Enseñanza de la lengua china en Cuba. Instituto Confucio, un puente que tiende China al mundo

La enseñanza de la lengua china en Cuba data de decenas de años atrás. Parte de los propios conocimientos que los inmigrantes chinos, convertidos ya en padres de familia, transmitieron a sus hijos, y estos sucesivamente a los suyos.

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Claudia Fonseca Sosa

Dado que la mayoría de esas personas llegaron a suelo cubano provenientes de la sureña provincia de Quandong, el chino que se habló durante muchos años en la isla fue el cantonés.

Datos disponibles en bibliotecas públicas señalan que con independencia de que algún que otro “free lance” se dedicara a la enseñanza del chino, fue hacia finales de la década del 60 del siglo pasado que institucionalmente iniciaron los estudios de chino mandarín —la lengua oficial de China— en La Habana, en el Instituto de nivel medio superior “Máximo Gorki”, que se dedicaba a la enseñanza de lenguas extrajeras.

En la década de los 70 y principios de los 80 también se impartió chino mandarín en la Escuela de Idiomas de nivel medio “Abraham Lincoln”, subordinada al Ministerio de Educación de Cuba, y en el Instituto Superior Pedagógico de Lenguas Extranjeras de La Habana “Pablo Lafargue”.

Aunque luego se abrieron otros cursos esporádicos de menor alcance, no fue hasta el año 2010 que se comenzó a impartir clases de esta lengua milenaria con más fuerza y en una academia especializada.

“En el año 2006 los gobiernos de Cuba y China acuerdan crear un Instituto Confucio adscrito a la Universidad de La Habana, durante la visita de la consejera de Estado china, Zhen Zili, al país. Se firma el acuerdo entre la Oficina Nacional de la Enseñanza del Chino como Lengua Extranjera (Hanban) y la Universidad de La Habana en octubre del 2007. El Instituto se inaugura en una sede temporal en el Estadio universitario en noviembre del 2009 y comienza sus actividades académicas en enero del 2010”, explicó a Granma el director ejecutivo de este programa académico, Arsenio Alemán.

Alemán aseguró que en apenas cinco años más 3 000 cubanos se han matriculado en los diferentes cursos que ofrece el Instituto, lo cual evidencia el creciente interés popular hacia la lengua originaria de un país que es amigo y socio estratégico de Cuba, y que está llamado a convertirse en la mayor potencia económica mundial en pocos años.

Sobre las particularidades y el impacto de este tipo de academia en las relaciones bilaterales y de China con América Latina y el Caribe, ahondó el profesor a este diario.

—¿Cuándo surgen y cuál es el objetivo de los Institutos Confucio en el mundo?
—En el mundo existen 588 institutos similares al de Cuba, 600 aulas o salones pertenecientes a esas instituciones, distribuidos en más de 88 países.

El proyecto de abrir centros culturales con el nombre del mayor pensador de la historia china, Confucio (551–479 a.C.), surgió en el año 2004, con el apoyo financiero de Hanban, institución que sigue las directrices de un consejo multidisciplinario integrado por importantes funcionarios del Estado y del Gobierno chinos.

Fuera de China, el nombre de Confucio es un símbolo universalmente reconocido de la cultura de ese país. La evocación de Confucio lleva implícito una referencia obvia a los principios y fundamentos clásicos de la civilización china. Por tanto, al emplear el nombre de Confucio para denominar a estos Institutos el mensaje que se está lanzando al mundo es que la modernización de China está más cerca de la reinterpretación de sus propias tradiciones que de una occidentalización a ultranza.

Los Institutos promueven y enseñan la lengua china mandarín y la cultura del gigante asiático por todo el mundo. Desarrollan cursos de idioma, entrenan profesores, llevan a cabo los exámenes internacionales de chino HSK, YCT, HSKK y BCT y suministran información sobre la China contemporánea. Además reciben profesores procedentes de China y son una plataforma para promocionar el comercio y la cooperación económica.

Los Institutos funcionan en colaboración con universidades de los países en los cuales se fundan y, a la vez, cada instituto tiene una universidad china que actúa como contraparte.

Se desarrollan a un ritmo sin precedentes. Hoy 70 de las 200 universidades mejor ubicadas en el ranking mundial han abierto un Instituto Confucio, y cada año se crean alrededor de 50 nuevos institutos. Hanban espera que para el 2020 se hayan establecido mil nuevos institutos en el mundo.

—¿Cómo estos institutos se insertan en América Latina y el Caribe?
—Según el Centro Regional de Institutos Confucio para América Latina, existe actualmente un creciente interés por estudiar el idioma chino mandarín en la región.

Datos de principios del 2015 indican que la matrícula global en los Institutos Confucio de Latinoamérica y el Caribe asciende a alrededor de 50 000 estudiantes. Las actividades culturales y de extensión que desarrollan los Institutos alcanzan a 150 000 personas.

México fue el primer país que estableció una sede del Instituto Confucio en esta parte del planeta. Pero luego se fueron sumando Argentina, Bahamas, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, Jamaica, Perú, Trinidad y Tobago. En la actualidad existen 33 sedes en la región.

Ya no es un secreto que Latinoamérica es una prioridad para China. Tras una década en que las visitas de Estado se han sucedido de forma ininterrumpida en ambos lados del Pacífico y el comercio bilateral se ha disparado, el gigante asiático quiere ahora enfatizar su presencia en el subcontinente y convertirse en un actor determinante en su desarrollo, no solo económico sino también político.

Fundamental en esa dirección ha sido el foro entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), que le permite a Beijing dialogar con los 33 países del área sin la presencia de Estados Unidos.

Este foro ha diseñado un plan de cooperación para el período 2015-2019, mediante el cual Beijing decidió aportar 35 000 millones de dólares para la financiación de proyectos de infraestructura y desarrollo a América Latina y el Caribe.

Si bien el comercio bilateral se multiplicó por diez en la última década hasta alcanzar un volumen de 260 000 millones de dólares, lo que había caracterizado el intercambio era que los países de la región exportaban a China materias primas y recursos energéticos e importan de China manufacturas.

Ahora el discurso chino apuesta por establecer relaciones “basadas en la igualdad, el beneficio mutuo y la inclusión”. El presidente Xi Jinping ha dicho que “cuánto más se desarrolle América Latina, mejor para China”.

Es previsible que, enmarcado en este ambiente, la necesidad de ampliar la comunicación entre los pueblos de ambas partes se incremente. La importancia de los Institutos Confucio en ese propósito aflora espontáneamente. La enseñanza de la lengua y de la cultura de China propiciará no solo adecuados interlocutores sino que a la vez posibilitará a las entidades oficiales, empresas y otras instituciones vinculadas a estos proyectos de comercio, inversión e intercambio con China contar con personal capacitado que domina la lengua y la forma de pensar de los chinos.

―¿Qué carateriza al Instituto cubano? ¿Cómo contribuye al desarrollo de las relaciones entre Cuba y China?
—En la actualidad el Instituto Confucio de La Habana —que como decíamos radica en las instalaciones del Estadio universitario— ofrece seis cursos correspondientes a los niveles de Lengua China para adultos: básico, intermedio y avanzado y cuatro cursos de Lengua China para niños y adolescentes. Cada uno de estos cursos un año académico de duración.

La universidad china contraparte del Instituto cubano es la Universidad de Lengua y Cultura de Beijing, una de las más prestigiosas universidades chinas en la enseñanza de esta lengua para extranjeros. Por tanto, el staff de profesores que llega a la isla también es de muy alto nivel.

Gracias a un esfuerzo de la Oficina del Historiador de La Habana, pronto contaremos con una nueva sede en el propio Barrio Chino de la capital. Ello elevará aún más el nivel de las clases y en alguna medida ampliará la capacidad de matrícula.

Actualmente la demanda de solicitudes para estudiar chino excede con creces nuestras capacidades y esto implica que se realice un proceso de selección para cubrir las plazas de que se dispone. El estudiante debe tener aprobado como mínimo el duodécimo grado, y en el caso de los niños demostrar habilidades naturales para el idioma.

Aún así, en el marco del incremento de las relaciones culturales, comerciales y económicas de Cuba con China, el Instituto Confucio ya ha desempeñado y puede continuar desempeñando un importante papel en el establecimiento de las base de comunicación necesarias para llevar adelante los proyectos de desarrollo acordados por ambos países y contribuir a estrechar los lazos de amistad y colaboración entre nuestros pueblos.

En el Instituto hoy aprenden la lengua china directivos, especialistas, técnicos pertenecientes a organismos, empresas e instituciones del Estado que están vinculados de una manera u otra a los proyectos de colaboración de Cuba y China.

El conocimiento de la lengua, de la cultura china, de la forma de pensar de los chinos, contribuirá sin duda alguna a que se logre un mejor nivel de entendimiento entre las partes vinculadas a los proyectos, se posibilite una mejor comprensión de las tecnologías que adquirimos y de que se le pueda expresar a la parte china las condiciones en que debemos desarrollar nuestro trabajo, todo ello de una forma mucho más directa.

Por otra parte, el Instituto también organiza conferencias, exhibiciones de películas, exposiciones de fotos, caligrafías, dibujos y pinturas infantiles, concursos de conocimientos, jornadas culturales y otras muchas actividades, cuyo impacto ha alcanzado a más de 24 000 personas en estos cinco años.

Publicado en: Cultura

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