10 de Octubre: “¡Levantémonos!”

Cuba y Brasil fueron los últimos países en proceder a la abolición de la esclavitud en dos fechas inconfundibles: 1886 (Cuba) y 1888 (Brasil). La historiografía se ha preguntado no pocas veces las razones de esa tardanza. Durante el siglo XIX se sucedieron numerosas rebeliones civiles, sublevaciones e incluso sistemáticas fugas hacia la manigua de esclavos, pero los dos hechos que marcaron la historia de nuestras legendarias  acciones por la libertad y la emancipación de la nación fueron las dos guerras por la independencia: una, la del 68; la otra, la del 95. […]

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10 octubre 2019

10 de Octubre: “¡Levantémonos!”

La emancipación de los esclavos redefinió el proyecto de nación. Foto: Radio Angulo.

Demajagua, sábado 10 de octubre de 1868. Sobre las 10 a.m. la campana del ingenio llama a formación. Se hallaban reunidos más de 500 hombres con 36 armas de fuego (escopetas deterioradas, trabucos y revólveres), machetes y una especie de lanza hecha con pedazos de machetes afilados puestos en astas de yayas. Se disponían a enfrentar un ejército con 80 000 sobre las armas, entre tropas regulares y el cuerpo de voluntarios. Apenas dos meses atrás, el 4 de agosto, en una reunión de conspiradores en la finca de San Miguel del Rompe —propiedad del revolucionario tunero Vicente García—, Carlos Manuel de Céspedes realizó un llamado perentorio:

“Señores: la hora es solemne y decisiva. El poder de España está caduco y carcomido. Si aún nos parece fuerte y grande, es porque hace más de tres siglos que lo contemplamos de rodillas. ¡Levantémonos!”.

Bajo un sol radiante y el purificador aire marino del Demajagua, Céspedes pronunció las más definitorias palabras; los corazones vibraron mientras exponía con oratoria poco frecuente en los campos cubanos la doctrina que los llevaba a ensillar los caballos:

“…demandamos la religiosa observancia de los derechos imprescriptibles del hombre, constituyéndonos en nación independiente, porque así cumple a la grandeza de nuestros futuros destinos y porque estamos seguros de que bajo el cetro de España nunca gozaremos del franco ejercicio de nuestros derechos”.

Acto seguido llamó a sus esclavos a filas —53, casi la totalidad empleados en labores domésticas, pues las labores fabriles y del corte de caña eran realizadas por obreros asalariados—, proclamó su libertad y los convocó a marchar unidos para emancipar la patria; desde ese instante se convirtieron en la compañía de zapadores del Ejército Libertador. En fracción de segundos, su figura, de pequeña estatura, creció. Aquel hombre, en ocasiones adusto y de ademanes aristocráticos, al renunciar a sus posesiones y privilegios de clase se transformó en símbolo y en ese camino convirtió a sus antiguos esclavos en soldados, para compartir con ellos infortunios e ideales; pasó de amo a servidor, y estaba eufórico. Todos pensaron lo mismo: con Céspedes se puede hasta morir, y el resto de los terratenientes siguió su ejemplo.

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La emancipación de los esclavos redefinió el proyecto de nación. La actitud de Céspedes, al desconocer acuerdos anteriores sobre la fecha del levantamiento —cuando concluyera la zafra azucarera 1868-1869—, aceptar su designación como jefe y prescindir de Francisco Vicente Aguilera, sería motivo de controversia entre sus contemporáneos; incluso, entre no pocos en la actualidad. Los hechos demuestran que su proceder no puede atribuirse a móviles individuales. Él estaba del lado de los audaces y los impacientes, dispuestos a no malgastar ni un instante más, arrostrándolo todo.

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Aquella vanguardia intelectual, culta y sensible, que se hizo cubana desde las enseñanzas de Félix Varela y José de la Luz y Caballero; que se construyó un ideario nacional al calor de la cultura y la ciencia dentro de los salones de los liceos; capaz de dar cuerpo político a sus proyecciones ideológicas, marchaba a la cabeza de la revolución. Y dueña ya de su destino, tuvo la sabiduría y la audacia de presentar un proyecto de país que emancipó al esclavo para convertirlo en soldado y compañero, y de unirse a una masa campesina también cubana e igualmente cansada de un gobierno que por más de tres décadas había regido a la nación con leyes especiales que legitimaron el despojo y la afrenta.

Publicado en: Actual, Cuba, Cultura

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