El cartel cubano de cine en serigrafia

 
En Cuba el temprano empleo de la serigrafía artística en carteles para anunciar películas con sublimes representaciones pictóricas, contrastadas texturas y formulaciones visuales seductoras…

Reinaldo Morales Campos | Para Kaos en la Red | 10-3-2009

 

En Cuba el temprano empleo de la serigrafía artística en carteles  para anunciar películas   con    sublimes representaciones pictóricas,  contrastadas texturas y    formulaciones visuales seductoras    lo  inició, en 1943, el artista de la plástica y pintor Eladio Rivadulla Martínez;  este hecho sin antecedentes  en   el país     ocurrió cuando se hizo necesario sustituir la propaganda  impresa,   de poca aceptación  por el público cubano, que traían los filmes  mexicanos y argentinos para informar de sus presentaciones en las salas de cine.

Carteles de distribuidoras privadas

Indistintamente, en la década del cincuenta, también se realizaron   esas reproducciones   por los   Studio Cilleros y Machado   y   el Studio Almela;  pero no obtuvieron éxitos y desde    1957,   quedó solamente   Eladio Rivadulla Martínez. En esos carteles, en cumplimiento de encargos de los propietarios de las 66 distribuidoras de películas   que existieron hasta finales de ese decenio; con formatos de 71 X 91 centímetros, sus espacios visuales   eran  cubiertos     con los títulos, principales protagonistas e imágenes de escenas trascendentales de los filmes y para lograr una mayor venta de las entradas,  mostraban representaciones pictóricas femeninas  eróticas y  semidesnudos.

Después del triunfo de la Revolución Cubana, el 1 de enero de 1959, para  promover un cine  que expresara su condición de arte y carácter educativo  fue creado,   el 24 de marzo, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC);     primera institución cultural constituida por el Gobierno  Revolucionario  y aunque en su fase de estructuración   logró firmar para el 26 de julio de ese año su primer documental, titulado Sexto Aniversario; con el desfile de campesinos en la Plaza Cívica, actual Plaza de la Revolución; Eladio  Rivadulla  Martínez continuó  diseñando y reproduciendo carteles para anunciar  películas, encargados por  dueños de distribuidoras  privadas de filmes como: películas Europeas S.A., United Artistas, Columbia Pictures, Cuba-México, Distribuidora Fénix S.A. y Organización Rank que actuaron hasta finales del año  1960.

Y aunque en aquel  momento, con  sus evidentes interés lucrativos,  también ejercieron sus influencias carteles de películas     producidos en otros talleres de serigrafías particulares,   como los de: Abelardo, Barrios y Castell;   los más demandados por su belleza y brillantez   fueron los de   Rivadulla; quien también diseñó y reprodujo los encargados   por  Pelicuba, distribuidora de películas perteneciente al Partido Socialista Popular (PSP), que creada en 1959 y hasta su fusión al ICAIC a mediado de 1961,   se ocupó de la exhibición  de los filmes procedentes de la Unión Soviética y los demás países socialistas.

-Los carteles de cine del ICAIC

En un contexto de presumible  invasión militar de Estados Unidos a Cuba y de  Estado    de Alerta  Combativa a toda la Nación, que se extendió hasta el 20 de enero de 1961; el Instituto Cubano de Arte e    Industria   Cinematográficos (ICAIC),  con   el cartel para el estreno mundial, el 30 de diciembre de 1960,   del primer largometraje de ficción cubano: Historias de la Revolución,   inició la edición de los  carteles del nuevo cine cubano. En ese primer cartel, impreso en offset       y   con un lenguaje susurrante, se rompieron   los patrones estereotipados y mercantilistas, su diseñó lo aportó Eduardo Muñoz Bachs quien para la formulación de su mensaje,  utilizó una foto de una de las escenas del filme; tomada desde el interior del tren blindado que simbolizaba la Batalla de Santa Clara. Entre quienes en el ICAIC propiciaron   su continuo empleo estuvieron: Alfredo Guevara, Director fundador de esa institución cultural, Héctor García Mesa, primer Director de la Cinemateca de Cuba y Mario Rodríguez Alemán, crítico de   cine y Jefe   de la Oficina de Información.

En el diseño y reproducción de los primeros carteles en serigrafía  participaron Eduardo Muñoz Bachs,  Rafael Morante Boyerizo y  Eladio Rivadulla  Martínez. Para el 6 de febrero Rafael Morante Boyerizo embozó el de la conmemoración del Primer Aniversario de la Cinemateca de Cuba, en el que con una formulación sintetizadas a dos colores introdujo por primera vez la representación de Chaplin;   devenida en figura símbolo más recurrente del cartel del cine cubano. Seguidamente en los creados por  Eduardo Muñoz Bachs  para los filmes cubanos: Cuba Baila  y Realengo 18, estrenados el 8 y 21 de abril respectivamente, predominaron  el uso de la línea, con  preferencia a la ilustración en lo formal y colores de pocas intensidades sobre fondo blanco.                       

Eladio Rivadulla Martínez aunque en los primeros momentos colaboró con diseños de carteles para el ICAIC —como el realizado para la presentación en el mes de marzo de 1961 del filme soviético El Músico Ciego;  en el que con una   reducida configuración de colores logró una acertada expresión poética de significada sensibilidad humana—su mayor aporte,   estuvo asociada a su   reproducción   en serigrafía.  El mismo recibía los bocetos y ampliaba al formato real del cartel las imágenes y los textos,   realizaba    su   calado, corte manual con cuchilla por cada color y para su reproducción establecía   el orden de impresión de  las tintas según las coloraciones determinadas.

En los posteriores aportes sucedidos, en 1961, por Eduardo Muñoz Bachs y Rafael Morante Boyerizo, se formularon los principales rasgos gráficos que caracterizaron al nuevo    cartel de cine. Ambos artistas con sus técnicas y estilos propios iniciaron una fase de experimentación de búsqueda de símbolos  y de elementos gráficos que le permitieron obtener  una acertada  configuración entre  imagen y el texto, que sin el empleo de efectos  melodramáticos propiciaron, representaciones pictóricas, que junto al titulo, brindaron la  inmediata identificación  con la trama principal del filme que se le presentaba al público.

Eladio Rivadulla con su   apasionada   entrega      permitió     dar continuidad  al  tradicional quehacer del cartel en serigrafía, en los que no obstante la presencia de los colores planos; sin medio tonos y las restricciones al uso de la tipografía, le infirió cualidades que lo diferenciaron de otros de temáticas culturales, en tal empeño cuando por consecuencia de las primeras medidas   del bloqueo económico de los Estados Unidos, como la dictada  el 30 de octubre de 1960,   que prohibía las exportaciones  a Cuba, comenzaron a escasear solventes y pinturas,   adecuó   tintas comerciales de colores   y la aprovechó para imprimir   en serigrafía. Igualmente cuando comenzó a escasear el papel bond blanco; utilizó  papel de  envolver regalos en las tiendas y cuando estos también se agotaron, acudió al empleo de periódicos viejos, solicitado en el archivo del periódico El Mundo, lo cual fue aceptado por la dirección del  diario siempre que en la parte sin imprimir no aparecieran las noticias de las personas fallecidas.

Continuamente, en ese periodo de instauración del poder revolucionario,  el ICAIC que desde el 6 de junio de 1960 había iniciado la realización  de sus noticieros semanales;  que trabajaba en la filmación de nuevos largometrajes,  dibujos animados y cortos propagandísticos de orientación social, ante  el incremento de las exhibiciones de  películas  nacionales y de otros países, para  satisfacer la demanda  de sus carteles,  integró a su plantilla a los diseñadores        Olivio Martínez Viera y Horbein López Martínez; quien se ocupó del explane de la revista Cine Cubano. Indistintamente participaron: Silvio Gayton, Raimundo García, Luís Vega de Castro, Aldo Amador, Antonio Fernández Reboiro, Alfredo Rostgaard González, José Lucci y Manuel Custilla. Igualmente brindaron sus aportes  Julio Eloy Mesa y Raúl Oliva; que trabajaban como escenográfos y René Azcuy que se ocupaba de los diseños para los anuncios de prensa, en los cuales se plasmaron  conmovedores contrates del color negro sobre la superficie blanca del papel, que enriquecieron  el contenido de las paginas culturales de periódicos y revistas.

Con el aporte del emblemático pintor René Portocarrero de una  obra pictórica para el cartel del filme Soy Cuba; coproducción cubana-soviética, estrenada el 30 de julio de 1964, en el que estuvieron presentes su estilo    con predominios del barroco y sus imaginarias mujeres delineadas por flores en las que enlaza color y fantasía se inició la contribución de los artistas de las artes plásticas  a la gráfica cinematográfica. Desde un primer momento por el carácter social de los temas abordados en los filmes cubanos y los seleccionados procedentes de otros países, para su exhibición en las diversas salas cinematográficas, los afiches del ICAIC  empleados para anunciar los títulos y el argumento principal de los mismos: además de ser portadores de expresiones artísticas culturales también lo fueron en sobrentendidos aspectos de contenido ideológico. Ejemplos: Historias de la Revolución, Realengo 18, Cuba Baila,  Muerte al Invasor y    Alba de Cuba, en las cuales se reflejaron momentos de la obra de la Revolución Cubana.                                    
                                                       
En la progresiva aceptación del cartel de cine que en los primeros años tuvo como principal espacio para establecer su comunicación social en: paredes de los vestíbulos,  en atriles ubicados al lado de la puerta principal  y  fachadas exteriores de las salas de cine del país, para entonces  se contó con la motivación de Juanita Marcos; Directora de Publicidad, quien se ocupó de  insertar muestras de los ejemplares impresos en anuncios de prensa de periódicos y revistas,    así como la  de  Saul Yelin, Director del Departamento de Relaciones Internacionales; quien  envió impresos  a los concursos de carteles que se convocaban durante los festivales internacionales de cines, iniciativa  que permitió al  cartel de Antonio Fernández Reboiro, para el filme japonés Harakiri, obtener  el Primer Premio en un concurso organizado en 1964 en Sri Lanka;  primer reconocimiento internacional a la  gráfica cubana.

A  partir  de 1965; periodo en que  el ICAIC, poseía  más de 30 diseñadores y artistas plásticos que colaboraban en la edición  de sus carteles,  que  los  creativos que formaron parte de su plantilla aportaron  no menos de 6 bocetos  cada mes, en sus diseños se  adjudicaron las influencias de la vanguardia artística del  periodo; como el arte pop, mostradas por: Raúl Martínez González; en el del filme cubano Lucia, en el creado por Antonio Fernández Reboiro; para  Juego de Masacres,  en  la  de    matizada configuración de ingenuidad expuesta por Eduardo Muñoz Bahs en el de: Por Primera Vez y la de alusión metaforizada formulada por Alfredo Rostgaard  para el de la presentación de la cinta documental ICAIC. Décimo Aniversario; igualmente estuvieron los realizados por    Antonio Fernández Reboiro bajo el influjo del art nouveau, en el del filme Carmen la de Ronda y el art deco, en el de la película Moby Dick.

Tales predominios pictóricos  se conjugaron  con los caracterizados por sus síntesis comunicativas, de hasta  el sólo empleo del color negro sobre el blanco de la supeficie del papel, como el de René Azcuy  para el filme Marilyn Monroe; así como    las  creaciones de Antonio Pérez “ÑIKO”;  que con sus    efectivas  alucinaciones, figuraciones, efectos ópticos y cinéticos, en armonía  con las configuraciones de las influencias de la vanguardia pictórica, confluyeron en la multiplicidad de colores  derivadas de las atribuciones psicodélicas  de moda en Europa y    los preponderancias de las expresiones gráficas polaca, japonesa y norteamericana.

Durante esa segunda mitad de la década del sesenta, periodo de consolidación del poder revolucionario y de los ideales  socialistas, de sistemáticas expresiones solidarias de los cubanos con otros pueblos y de  floreciente empeño  cultural; el cartel del ICAIC además de advertir la exhibición de significativos filmes cubanos, de las cinematografías soviética y demás países socialista, las que  denunciaban la opresión racial y el no respeto de los derechos civiles en Estados Unidos; así como de directores  japoneses,  españoles,  italianos y franceses, en los que se reflejaban el modo de vida occidental,    también se emplearon los portadores de acciones gráficas comunicativas de significadas connotación ideológica,  como los realizados para  saludar la realización en La Habana, en enero de de 1966, de la Primera Conferencia de Solidaridad Tricontinental; con los pueblos de África, Asia y América Latina.

En las    expresiones de solidaridad formuladas en carteles del ICAIC, se distinguieron  la de los filmes titulados: Hanoi. Martes 13, La Guerra Olvidada y Madina Boe con mensajes que interpretaron el contenido temático de esa trilogía  de documentales, realizados por una  sección fílmica que se instituyó conjuntamente con la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina (OSPAAAL) y en la cual colaboraron los profesionales, asociados al quehacer cinematográfico: Iván Nápoles, Dervis Pastor Espinosa, Argelio Pérez; José Martínez, Jorge Pucheaux, Pepin Rodríguez, Adalberto Hernández, Idalberto Gálvez, Gloria Arguelles, Norma Torrado, Carlos Fernández, Arturo Valdés, Julio Capote y Enrique Pineda Barnet; con  música de: Leo Brouwer, Luigi Nono y Roberto Valdés.
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                               
Igualmente formaron parte de las diversos mensajes  los insertados en el plan nacional por la conmemoración en la provincia de Santa Clara del  XV Aniversario del Asalto al Cuartel Moncada y los de la campaña gráfica comunicativa por los Cien Años de Lucha, tales realizaciones se hicieron efectivas cuando ya el ICAIC, disponía  desde 1967 de su propio taller de serigrafía  donde se lograron  tiradas de carteles que alcanzaron 200 copias para los de presentación de los animados, 500 para filmes extranjeros y 1000 para cortos y largometrajes cubanos; con reproducciones que alcanzaron  hasta 30 colores.

En ese momento de confluencia de la vanguardia pictórica y de diversidad temática,  el cartel del ICAIC, además de su ubicación en vestíbulos y entrada de los cines para  comunicar el título y el argumento de un filme, amplió sus influencias en exteriores  y comenzaron a mostrarse en soportes metálicos,  similar  a una  sombrilla o paraguas, que fueron ubicadas en principales arterias viales de la capital y prolongaron su atribuida función en  interiores de oficinas y hogares.

-Trascendencia internacional
En la postrimería de la década del sesenta, el cartel cubano se situó a la par de las restantes manifestaciones de la plástica: la pintura, dibujos y grabados. En ese momento de esplendor de la gráfica cubana,  el cartel  de cine con sus continuadas  influencias del art nouveau,  art deco, pop  y el sicodelismo,    intensas coloraciones,  esplendorosa textura y dramatizadas composiciones del blanco y el negro, comenzaron a ser conocidos en el mundo como los Afiches del ICAIC  y con su    proverbial    luminosidad  emergieron    como una de las  vertientes de la cartelistica cubana, con la configuración de elementos visuales que lo hacen diferentes a los presentes en las restantes expresiones graficas culturales editados  por: el Consejo Nacional de Cultura (CNC), Casa de las Américas (CA) y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), que aunque poseían configuraciones especificas y  comunes entre si;  a su vez eran diferentes a la de la promoción cinematográfica.

Dos  paradigmas  de las singulares configuraciones presentes  los afiches del ICAIC, se mostraron en los realizados por: René Azcuy, de sintetizada ilustración y  reducida gama cromática  para el del filme francés Besos Robados; y el de Antonio “ÑIKO” Pérez González; Si salgo llego, si llego…triunfo de enfatizada influencia de la llamada forma sicodélica, efectos ópticos y ondulantes; ambos han trascendido como  obras emblemáticas de la cartelística cubana.  Junto a esas importantes contribuciones  también se sumaron las aportaciones para las películas: Pirosmani, de procedencia soviética; creado por  Damián González, Waterloo, coproducción italo-soviética; diseñado por  Jorge Dimas y  para el documental cubano Versos Sencillos; con esbozo de    Luis Vega.

Demandado internacionalmente, en los años setenta, por coleccionistas y entendidos en el campo de las artes visuales los afiches del ICAIC recibieron  también los primeros lugares en diversos concursos, como el del  Premio  al Mérito obtenido en el Concurso Internacional de Carteles Filmexpo celebrado en Ottawa; Canadá (1972), Primer Premio en el Segundo Concurso Internacional de Carteles de Cine del XXVII Festival Internacional de Cines de Cannes  (1974) y premios a las creaciones de Eduardo Muñoz Bachs, Antonio Fernández Reboiro, René Azcuy Cardenas y Antonio “ÑIKO” Pérez González; otorgados en la exposición Internacional de Carteles de Cine del Primer Festival Cinematográfico Internacional de París (1975).

Ese momento de ascenso comunicativo,   de premiación y reconocimiento internacional del afiche del ICAIC,   coincidió  con el inicio de la campaña de propaganda por el   proceso institucional del país y en el que en el cartel de temática política; junto a las expresiones gráficas   sintetizadas   estuvieron  también los poseedores de  descripciones pictóricas, las cuales   se sucedieron con     las nuevas versiones de   intensas coloraciones,  esplendorosa textura y dramatizada composiciones del blanco y el negro,   que   promovieron filmes, como: Asuntos del corazón de Julio Eloy, Tres mosqueteros de Eduardo Muñoz Bachs y Soy timido… pero me defiendo; de Antonio Pérez González “ÑIKO”.
Sucesivamente   la celebración, en diciembre de 1979, del Primer Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano motivó  que dos años después se realizara el   Primer Concurso Latinoamericano de Diseño de Carteles Cinematográficos donde Fernando Pimienta; obtuvo el Primer Premio, Eduardo Muñoz Bachs; el Segundo Premio y Orlando Chacon; el Tercer Premio. Igualmente   el debut     en 1979 en las pantallas de cines del largometraje del animado de Elpidio Valdés, creado por Juan Padrón,   propició la creación de carteles,   en los que al igual que sus filmes, lograron instituir  su imagen   de escenificada representación simbólica de la valentía, dignidad, amor a la patria, la tenacidad y el humor criollo, con   acertada   influencia en la formación patriótica de  niños y jóvenes.

En  la década del   ochenta, momento en que se tornaron  nuevas  amenazas de invasión militar contra Cuba   y que como consecuencia del bloqueo económico se acentuó la   escasez de   insumos para la industria gráfica, la que unidas a aspectos  organizativos y burocráticos afectaron  la calidad artística   de los carteles de temática política; en el cartel de cine, se logró evadir tales   insuficiencias y gracia a su  fusión  mantenida con la serigrafía   conservó su calidad estética y   la habitual ostentación.

Entre las aportaciones más significantes de los años ochenta se pueden evocar   las que sucedieron de la creatividad de Eduardo Muñoz Bachs, quien con su peculiar sello de simplicidad, frescura  e inocencia continuó obteniendo  revelantes premios  y  conservó la identidad comunicativa de la cartelistica del ICAIC, dos  de sus logros fueron: Cayita. Una leyenda  y Niños desaparecidos. Igualmente se sucedieron significantes contribuciones de artistas de las artes plásticas     como las de los pintores: Servando Cabrera Moreno    para el   filme cubano sobre la emancipación de una mujer: Retrato de Teresa; con una imagen femenina   que mostró  su influencia del dibujo  con líneas quebrantadas matizadas por la combinación de los colores,           Francisco Álvarez; con una de su obra para la cinta Habanera y     Zaida del Río; para la presentación de Una Novia para David

-Preservación y vigencia de la gráfica

Tras los  sorpresivos acontecimientos de la desaparición de la Comunidad Socialista en 1989 y posteriormente, en 1992,   la desintegración de la Unión Soviética; donde Cuba realizaba el 85 por ciento de su intercambio comercial, se produjo una crisis económica en el país y se inició lo que ha sido denominado como Periodo Especial. En esa coyuntura se redujo  el consumo del combustible  en más de un cincuenta por ciento y desaparecieron prácticamente las fuentes externas  de financiamiento el gobierno de Estados Unidos, para recrudecer el bloqueo y exterminar a la Revolución, aplicó en 1992 la Ley Torricelli.

Ante la nueva situación   se redujeron las posibilidades de adquirir filmes en otros países y   continuar la realización de los nacionales, e igualmente se agudizó la escasez de los insumos para la impresión en serigrafía y   sólo se editaron determinados    afiches para  promover algunos de los realizados en coproducíón con fílmicas de otros países.   Simultáneamente se produjo un éxodo de  diseñadores que tradicionalmente habían realizado  diseños para carteles de cine y de otras temáticas, algunos marcharon a vivir o trabajar al exterior, otros se dedicaron a la pintura u otras actividades artísticas.

Para  revitalizar el diseño gráfico de la propaganda cinematográfica    el ICAIC propició la vinculación   de jóvenes graduados de diseño gráfico, que mediante el empleo de la computación, del arte digitalizado introdujeron elementos visuales renovadores  a los afiches de cine, entre los participantes estuvieron: Eduardo Marín,  Reinerio Tamayo,   Manuel Marcel, Ernesto Ferraz,  Paris Volta,   Irenaldo  Fumero y Nelson Ponce; los cuales desempeñaron sus aportes junto  a  jóvenes y  experimentados  artistas de la plástica, ejemplos:  Moises Finalés,  Umberto Peña, Rafael Morante Boyerizo y Flora Fong;   posibilitaron  una identidad visual renovada  a la grafica cinematográfica.

Entre los novedosos diseños tributados por los integrantes de la  nueva gráfica vanguardia gráfica, para películas cubanas, se pueden citar: Talco para lo negro y  Fresa y Chocolate; de Ernesto Ferrand y Vampiros en La Habana; por Nelson Ponce. Estas creaciones confluyeron junto a las creaciones de habituales diseñadores del ICAIC como las realizadas por Nestor Coll; para Confesión de Laura y Vida Paralela; de Rafael Morante. Igualmente  estuvieron las representadas en un proyecto expositivo que auspició el Centro de Desarrollo Visuales, en La Habana: el de Alicia Leal para el filme Gemas y el Paris Volta e Irenaldo Fumero para el XIX Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de 1997, así como las de los pintores Carlos José Núñez; para Clandestinos y de Flora Fong; Miel para Oshun

El ICAIC, teniendo en cuenta su cotidiano empleó del cartel en serigrafía y los significados reconocimientos internacionalmente alcanzados, realizó en    los años noventa la reedición de los impresos más distinguidos de sus primeros años de creación y simultáneamente  en continuidad a  diversos artículos publicados  sobre sus  cualidades  artísticas por los periodistas o escritores: Alejandro G. Alonso, Adelaida de Juan, Marisol Trujillo, Reynaldo González, Alejo Carpentier, Graziella Pogolotti y Jorge R. Bermúdez; para contribuir a conservar su memoria histórica    también  fueron publicados los libros: La otra imagen del Cine Cubano; de Sara Vega y Alicia García y el Cartel Cubano de Cine, del crítico e investigador Jesús Vega, con valiosos testimonios de artistas vinculados a la labor gráfica del cine cubano.

Consecutivamente desde comienzo del nuevo milenio junto a los  carteles para presentar los filmes exhibidos  por el ICAIC, también  han formado parte de la propaganda cinematográfica los empleados para la celebración de las convocatorias anuales de los festivales de cine pobre __en la actualidad  “Festival Internacional del Cine Pobre de Humberto Solás” y  los  de la  Muestra de  Jóvenes Realizadores, que en la categorías de ficción y animación concluyó recientemente su octava edición. Eventos que cuentan al igual que el Festival Latinoamericano de Cine, con sus convocatorias a concursos y exposiciones de carteles, en los que convergen cine y gráfica.

Con agraciadas tonalidades, renovada codificación visual en los que convergieron  el simbolismo gráfico, intensas  coloraciones, textos integrados al dibujo, fotografía contrastada y otras de reducidas gamas cromáticas, las muestras de esos jóvenes creadores, muchos estudiantes de diseño o artes plásticas, en correspondencia con los títulos de las obras fílmicas que representan, muestran    sus enfoques personales de los acontecimientos y hechos que repercuten en la sociedad. Entre los premiados se distingue el otorgado, el 8va Muestra de Jóvenes Realizadores, que diseño Pablo Monterrey para  Malos en una ciudad mala. 

Junto al  patrimonio cinematográfico que a sus  50 años  de  creación ostenta el ICAIC hay que añadir el de poseer  el  legado  testimonial  de      sus afiches, únicos en el mundo a los que se le  han mantenido su tradicional reproducción en serigrafía y los que además de anunciar la presentación de un filme, han desempeñado una importante función comunicativa como medio de orientación social  y de motivación para incentivar el interés por la apreciación de las manifestaciones artísticas reflejadas  en sus grafías por diversa generaciones de diseñadores gráficos  y  pintores; que  con    sus diversidades de estilos    han plasmado    ilustraciones pictóricas surrealistas, efectos ópticos y cinéticos, la línea ondulantes del art noveau, tonalidades brillantes del art pop y las configuraciones decorativas del art deco.

      -BIBLIOGRAFÍA           
-Adelaida de Juan “Pintura cubana. Temas y variaciones” Ediciones Contemporánea. Editorial Unión UNEAC. La Habana, Cuba,1978
-Adelaida de Juan. Pintura y diseño gráfico de la Revolución. Departamento de Historia de Artes, Universidad de La Habana, Cuba,1983
-Jesús Vega. El Cartel Cubano de Cine. Editorial Letras Cubanas, La Habana,1996-
–(1999)- Marina Rodríguez Gonzáles, El Cartel Cubano Conversando con Rostgaard. Editora política, La Habana, Cuba.
-Jorge R. Bermúdez. La Imagen Constante. El Cartel Cubano de Siglo XX. Un Cartel para tres continentes. Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba. pp 173-187,2000

 




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