Algunos creen y a otros les gusta proclamar que la política internacional se basa en valores y buenas intenciones. El trato que reciben Israel y Cuba destruye completamente esa creencia.

¿Dónde está la lógica? Cuba, un país que no hace daño a nadie y envía más médicos a todo el mundo que la Organización Mundial de la Salud, ha sido duramente sancionado durante más de 60 años.

En cambio, el Estado de apartheid de Israel está perpetrando un genocidio ante nuestros ojos y, sin embargo, no se le impone sanción económica ninguna. Al contrario, recibe miles de millones de dólares en ayuda y muchísimo armamento pesado para efectuar esas masacres.

¿Cuáles son las razones de este doble escándalo?

Cada 17 de mes la Asociación Suiza-Cuba realiza una acción contra el bloqueo estadounidense a la Isla. El hecho de que esta vez se realizara una sesión especial del Parlamento nacional fue motivo para que activistas de la solidaridad viajaran a la capital, Berna, a pesar de las condiciones meteorológicas.

Cada día, en EEUU, 300 personas mueren por sobredosis, cifra que se ha multiplicado por 50 en la última década. “Muere un bebé y tres son hospitalizados por consumo de fentanilo en una guardería de Nueva York”. Sustituyan en este titular Nueva York por La Habana, e imaginen cómo el tono de la noticia pasaría del frío informativo al fuego condenatorio contra el “régimen cubano”.

Las protestas del domingo 17 de marzo en Santiago de Cuba, debido a los cortes de luz y al retraso en la entrega de los alimentos subvencionados, consecuencia a su vez de la guerra económica contra la Isla por parte del Gobierno de EEUU, de los efectos de la pandemia y del escenario inflacionario internacional, siguen generando cientos de editoriales, notas, noticias, entrevistas y reportajes en la prensa occidental. Aún sin muertes, ni violencia, ni represión, porque en aquella ciudad del oriente cubano, las autoridades dialogaron con las personas que se manifestaban, de manera valiente, sincera, democrática y pacífica.

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el periodista Pascual Serrano actuó como testigo en el Tribunal Internacional de Bruselas